martes, 27 de febrero de 2018

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El viaje definitivo
… Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará nostáljico…
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.

Tomado de «Corazón en el viento», en Poemas agrestes, 1910-191


Pregunta 1. Señale la organización de las ideas del texto. (Puntuación máxima: 1,5 puntos).
El poema está formado por cuatro estrofas que, por su contenido, presentan una estructura circular, ya que el primer verso se repite al principio y al final de la cuarta estrofa (y yo me iré [...] y se quedarán los pájaros cantando: versos 12 y 15).
Primera parte (las tres primeras estrofas): presenta el “contraste” entre la situación del poeta al morir (él desaparecerá) y su mundo más cercano (que permanecerá igual, como si nada hubiese ocurrido).
 Segunda parte (cuarta estrofa): “Repetición” de elementos anteriores, destacando la idea de soledad y ausencia.
 Pregunta 2. Indique el tema y escriba un resumen del texto. (Puntuación máxima: 1,5 puntos)
Tema
 La nostalgia y la soledad que envuelven al poeta al pensar en la muerte y en la finitud del ser humano frente a la eternidad del mundo natural.
Resumen
El poeta medita sobre su propia muerte, tras la cual el mundo bello y natural en el que vive seguirá igual, mientras que él estará solo, añorando todo lo perdido.
Pregunta 3. Comentario crítico sobre el contenido del texto. (Puntuación máxima: 3 puntos).
LOCALIZACIÓN: autor /movimiento literario
El autor de este poema, Juan Ramón Jiménez, es un poeta adscrito, generalmente, al Novecentismo o Generación de 1914, pero cuya obra, debido a su incesante afán de renovación, recoge buena parte de las corrientes poéticas de la primera mitad del siglo XX.
Contexto literario
Por su sencillez estilística, el poema se sitúa en un periodo de transición entre el Modernismo y la poesía «desnuda», etapa en la que trata de deshacerse de los excesos sensoriales del periodo anterior para buscar lo esencial y lo puro. Pertenece al libro Poemas agrestes, escrito hacia 1910-1911, años en que se encontraba en Moguer (Huelva), su ciudad natal, escribiendo Platero y yo (prosa poética modernista).
VALORACIÓN del tema y del título. Tópico literario
La muerte de su padre, en 1900, generó en Juan Ramón un miedo enfermizo a la muerte súbita y fue uno de los desencadenantes de la enfermedad mental que le acompañó el resto de su vida, provocándole fuertes depresiones. Desde entonces, la muerte se convirtió en un tema recurrente en toda su poesía. En este caso no se enfrenta al tema con un tono trágico o tétrico, ni siquiera la nombra directamente; el poeta simplemente se irá o realizará el viaje definitivo, según se anuncia en el título. Se trata de una imagen de gran tradición literaria, el último viaje en el camino de la vida (es el tópico del Homo viator u ‘hombre caminante’, la vida como camino que conduce inevitablemente a la muerte, un tópico tratado magistralmente en las Coplas de Jorge Manrique y recogido, entre otros, por Bécquer, verdadero modelo para Juan Ramón Jiménez).

VALORACIÓN de la rima, del ritmo y del tono
 Los versos no siguen ya la medida tradicional, anunciando la libertad de polimetría que dará lugar al verso libre de su periodo posterior. La rima asonante evoca el gusto por la poesía popular de los románticos y se adapta bien al tono sencillo del poema. Aunque el ritmo es más leve y sugerente que en las producciones modernistas anteriores, destaca la musicalidad conseguida mediante reiteraciones de sonidos (/t/k/r/: tocando las campanas, rincón florido, errara) y repeticiones tantos léxicas como sintácticas (con su verde árbol, con su pozo blanco... sin árbol verde, sin pozo blanco). Esta abundancia de recursos de repetición, unida al polisíndeton y anáfora continua de la conjunción y, enfatizan la sucesión lenta e inevitable de hechos que conlleva el paso del tiempo, contribuyendo eficazmente al tono reflexivo y obsesivo del poeta que imagina su propia muerte. El extraño comienzo con los puntos suspensivos seguidos de la conjunción «y» parece indicar que el poeta reanuda un pensamiento o reflexión ya iniciada. Esta suspensión vuelve o aparecer en el verso 12 y en el penúltimo verso, repitiendo las ideas del principio y resaltando así el tono reflexivo y la tensión emotiva.
VALORACIÓN E INTREPETACIÓN DEL CONTENIDO
 La reflexión del poeta gira en torno al contraste que se produce entre lo transitorio (su vida) y lo permanente (todo lo demás). La oposición vida-muerte que vertebra todo el poema se expresa a través de sucesivos conceptos opuestos: el irse del poeta, frente al quedarse del entorno natural; la primera persona del poeta: yo me iré, frente a la tercera de todo lo exterior a él: se quedarán los pájaros, tocarán las campanas; la única referencia puntual al presente (quizá el toque real «a muerto» que estuviera oyendo el poeta y que desencadenase esta reflexión: como esta tarde están tocando las campanas), contrasta con el abrumador futuro que domina todo el poema. Desde ese futuro presagiado o imaginado, la alusión a sus amigos muertos o a su amado huerto con el demostrativo (aquellos que me amaron, aquel huerto), acentúa aún más la sensación de irreversibilidad de la muerte.
Relación del paisaje con el estado de ánimo del poeta
Los elementos seleccionados en las dos primeras estrofas para describir su entorno cercano son elementos sencillos del paisaje andaluz, de tonalidades claras y luminosas (el blanco: pozo blanco, huerto florido y encalado, el verde: verde árbol, y el azul: cielo azul y plácido) que actúan como símbolos del alma del poeta. Después de presentar este mundo que permanecerá inmutable e indiferente tras su muerte, en la tercera estrofa introduce una idea fundamental: la belleza del paisaje descrito genera un sentimiento de nostalgia en el poeta que siente tener que abandonar ese mundo armonioso y bello; de ahí que se imagine a su espíritu sobreviviendo a la muerte y permaneciendo junto a las cosas bellas (por mí huerto mí espíritu errará nostáljico).
El otro adjetivo aplicado al poeta, solo, añade el segundo tema fundamental de la poesía de Juan Ramón Jiménez, según él mismo llegó a reconocer: la soledad. Nada de ese mundo exterior permanecerá con él. Los elementos que aparecían en la primera y segunda estrofa se repiten ahora en una serie en la que cada uno de los elementos está encabezado significativamente por la preposición «sin», destacándose así aún más la ausencia, el abandono de todas las cosas bellas que se han amado.
INTENCIÓN del autor
Creemos que lo que Juan Ramón Jiménez transmite al lector es la evidencia de que la muerte del ser humano es insignificante ante la infinitud del mundo natural que le sobrevivirá. En la indiferencia de ese mundo ante su muerte podría verse cierto reproche muy contenido (él se quedará solo, sin nada, sin hogar, mientras que todo seguirá igual). Pero el poeta parece aceptar esta situación con dolor nostálgico, sí, aunque sin patetismo; incluso, como hemos dicho, parece consolarse con la idea de que su «yo lírico» no desaparezca del todo. Se intuyen, así, ideas que desarrollará Juan Ramón en etapas posteriores, como el ansia de eternidad y el deseo de diluirse en la naturaleza.
Simbolismo
En este sentido, el poema termina con un verso que ya aparecía al principio, alusivo al canto de los pájaros. Es la primera y última imagen de lo que perdura. Para Juan Ramón Jiménez, la belleza de la belleza de la naturaleza, la música (canto, toque de campanas), la poesía, aportan un valor de eternidad -tema fundamental de la tercera etapa-. Quizá el canto de los pájaros posea un valor simbólico y represente el mismo canto del poeta (no olvidemos la influencia del simbolismo francés en esta etapa). Por eso puede que su espíritu nostálgico logre perdurar a través de sus versos unidos para siempre a las cosas bellas.
OPINIÓN PERSONAL
 El tema planteado por Juan Ramón Jiménez es uno de los temas universales en la literatura de todas las culturas, porque responde a una necesidad vital del ser humano, la de buscar respuestas y encontrarle sentido a nuestra propia existencia. Lo original en este caso es que la nostalgia, la melancolía que estas reflexiones provocan se ve superada emocional e intelectualmente por la evocación de lo bello. Crear y recrear la belleza ha sido muchas veces una forma de acercarse a la esencia de las cosas y una forma de que, al menos la obra creada y, por tanto, nuestro espíritu, al final, perdure tras la muerte.
CONCLUSIÓN
Como conclusión, podemos decir que el poema resulta representativo de la obra de Juan Ramón Jiménez: los elementos cromáticos y la importancia de los elementos sonoros y rítmicos, relacionan el estilo de este poema con el del Modernismo, y con la primera época de Juan Ramón Jiménez. Pero, a su vez, su sencillez expresiva y las ideas transmitidas lo relacionan también con poemas posteriores que desarrollarán los temas aquí apuntados del ansia de eternidad a través de la poesía y la búsqueda de la belleza absoluta. El poema supone, en fin, una reflexión muy personal y sugerente sobre los dos temas recurrentes en toda su producción poética: la soledad y la muerte.
Comentario realizado por Antonio Guerrero: El comentario de textos en Selectividad  (IES Severo Ochoa, Granada) 

1 comentario:

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