Acabada la Guerra Civil en 1936 los
españoles quedan divididos en dos bandos: el nacional y el republicano. Nos
situamos en la época de la posguerra, momento en el que la literatura se puso
al servicio de las ideas políticas de los vencedores (los nacionalistas),
mientras que los que no eran afines al régimen franquista tuvieron que vivir la
experiencia del exilio en distintos países europeos y en América.
En los primeros años de la
posguerra (DÉCADA DE LOS 40), se distinguen dos tendencias poéticas: la
clasicista y la poesía desarraigada.
La poesía clasicista,
llamada por Dámaso Alonso, poesía arraigada por la visión
serena y ordenada del mundo, se dio a
conocer a través de la revista Garcilaso,
fundada en 1943. Inspirada en los clásicos del Siglo de Oro, esta poesía se
caracteriza por la búsqueda de la belleza formal, los temas tradicionales (el
sentimiento religioso, el amor, el paisaje...) y el uso de estrofas y metros
clásicos, especialmente el endecasílabo y el soneto.
Dentro de esta tendencia suele
encuadrarse buena parte de la obra de los poetas de la llamada generación de 1936, que tienen como
principal característica en común la rehumanización
de la poesía. Entre los poetas más significativos de esta tendencia destacan
los siguientes:
- Luis Rosales (Granada, 1910-1992), con obras
como La casa encendida, El contenido del corazón, etc.
- Leopoldo Panero (León, 1909-1962): La estancia vacía, Escrito a cada instante, Canto personal, etc.
- Luis Felipe Vivanco (Madrid, 1907-1975): Tiempo de dolor, El descampado...
- Dionisio Ridruejo (Soria, 1912-1975): Sonetos a la piedra, Elegías.
Por su parte, la poesía desarraigada, de tono existencial,
tiene como tema central al hombre visto en su circunstancia histórica. Es una
poesía de estilo bronco y apasionado, directo y desgarrado. Los poetas “desarraigados” se agruparon en
torno a la revista Espadaña fundada
en 1944 por Victoriano Crémer y Eugenio de Nora.
La máxima expresión de esta
poesía es el libro de Dámaso Alonso (Madrid, 1898-1990) Hijos de la ira, publicado en 1944 y
considerada la obra fundamental de la poesía española de posguerra. En ella
destacan rasgos como la angustia existencial, el desacuerdo con el mundo, la
búsqueda del sentido de la vida, protesta contra la injusticia y el dolor, etc.
Formalmente el libro está escrito en verso libre y con un lenguaje desgarrado.
Al margen de estas dos
tendencias, otros poetas importantes de los años cuarenta son:
- José Mª Valverde (Cáceres, 1926-1996): Hombre de Dios, Versos del domingo
- José Hierro (Madrid, 1922-2002): Con las piedras, con el viento, Cuanto sé de mí, Libro de las
alucinaciones, Cuaderno de Nueva
York.
- Carlos Edmundo de Ory (Cádiz, 1923),
fundador del Postismo,
corriente poética que pretendía recuperar la poesía vanguardista.
Por último, reseñar al grupo Cántico de Córdoba, en el que se
incluyen nombres de poetas como Pablo García Baena, Ricardo Molina o Juan
Bernier, que propugnan una poesía basada en el esteticismo y la belleza formal,
en la línea de los poetas de 27.
La poesía social desea ofrecer un testimonio crítico de la
realidad (DÉCADA DE LOS 50) partiendo de la idea de que su función primordial
no consiste en expresar los sentimientos personales del autor, sino en
contribuir a cambiar el mundo y la sociedad.
Los temas fundamentales de esta poesía son la
preocupación por España y la denuncia de la situación concreta del hombre
(injusticias sociales, opresión, lucha por la libertad, etc.). En cuanto a la
forma, deseosos de que su poesía llegue a la inmensa mayoría, se busca un
lenguaje claro y sencillo con un tono coloquial.
Los poetas más representativos de
esta tendencia poética son:
·
Blas de Otero (Bilbao, 1916-1975): Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia (Ancia) siguen la tendencia de la poesía desarraigada o
existencial. Y al ciclo de la poesía social pertenecen libros como Pido la paz y la palabra, En castellano,
Que trata de España.
·
Gabriel Celaya (Hernán, 1911-1991): Tranquilamente hablando, Las cosas como
son, Cantos íberos....
A finales de los años cincuenta
aparecen nuevas voces que se oponen a la poesía social y buscan un nuevo lenguaje poético prestando
atención a los valores estéticos y formales del poema. Es la poesía que va a
dominar en los años siguientes (DÉCADA DE LOS 60), en la que sin renunciar del
todo al sentido cívico y social, predominan temas que conectan con la
experiencia personal y cotidiana de los poetas, con un cierto tono escéptico y
moral.
Los poetas más representativos de
este grupo son:
·
Ángel González (Oviedo, 1925), poeta
irónico y pesimista ante lo cotidiano en libros como Áspero mundo, Tratado de
urbanismo o Procedimientos narrativos.
·
José Agustín Goytisolo (Barcelona,
1928-1999), cultiva la poesía social y crítica en obras como Salmos al viento, Palabras para Julia y otras canciones, etc.
·
José Ángel Valente (Orense, 1929-2000),
con una poesía renovadora, audaz y siempre abierta a influencias diversas.
Entre sus obras se encuentran títulos como A modo
de esperanza, Poemas a Lázaro, La memoria y los signos.
·
Jaime Gil de Biedma (Barcelona,
1929-1990): Moralidades, Poemas póstumos.
·
Claudio Rodríguez (Zamora, 1934-1999): Don de la ebriedad, Conjuros.
Otros poetas de esta época son Carlos Barral, J.M.Caballero Bonald,
Francisco Brines, entre otros.
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